Ganar con trampa es perder.
En el fútbol como en cualquier área de la vida, hay reglas. Muchas veces esas reglas son explícitas y muchas veces son inherentes. En el fútbol, el reglamento de competición tiene un espíritu de protección a la competencia honesta entre dos equipos. Dos equipos quieren ganar el partido, buscando anotar más goles que los que reciben. Todo dentro del marco de un reglamento que define la competición.
El deporte en general es una prueba y un regalo para medirse contra un contrincante que tiene los mismos talentos y capacidades. Es por esto que en el boxeo hay división de pesos, nadie quiere ver a un hombre de 265 libras vencer a un hombre de 100. La razón de ser de la competencia es la justicia entre ambos. Incluso hemos creado frases como el FAIR PLAY, para hacer énfasis que el espíritu de la competencia es uno de justicia.
Toda persona tiene en su corazón escrita una ley moral, para unos ley divina, para otros conciencia, sea como sea, está allí. El hombre no puede evadirla, siempre se encuentra presente en toda instancia.
Cuando Arjen Robben fue seleccionado para representar a su país: Países Bajos, el país espera de él que compita jugando al fútbol y que lo haga dentro del marco del reglamento y del FAIR PLAY.
Existe cierta discusión de si es correcto o no el buscar que se cobre un penal a favor, por medio de la pantomima. En mi opinión, el siquiera cuestionar esto es incorrecto y en contra del espíritu de toda competición. ¿Porqué? Cuando un jugador manipula el juego mediante el atentado de engañar al árbitro, en específico, se está manipulando a sí mismo. ¿ Quién desea ganar un partido por el errar de un tercero? ¿Quién en su corazón quiere ganar sin ser mejor que su oponente? El ganar solo puede traer recompensa cuando es porque soy mejor que mi adversario. No porque puedo satisfactoriamente manipular las decisiones de un árbitro.
Arjen Robben es un excelente jugador, en el juego contra España puso en perspectiva su atletismo, su coraje, su entrega y su manejo del balón. El gane de Países Bajos contra España fue dulce y merecido, al final del partido, Robben debe haberse sentido satisfecho y recompensado por su gran labor.
Sin embargo, contra México. Ese no es el caso. Robben, decidió que al no poder ganar dentro del reglamento, lo iba a hacer manipulándolo. Esa decisión es tan desastrosa como morder a un oponente. El propósito del juego para Robben pasó de “encontrar al mejor de nuestros dos equipos” a “ganar a toda costa aunque eso signifique hacer trampa”. Que desilusión. Aún cuando los Mexicanos tengan su corazón destrozado, pueden regocijarse en mantener su cabeza en alto. Es un orgullo el competir con la verdad como escudo. Robben perdió contra México. Estoy seguro que el sabor de una victoria de esa manera es amargo en la privacidad del corazón. Los Paisés Bajos nunca tendrán la posibilidad de volver a jugar ese mismo partido contra México. El ganar sin ganar es lo peor que puede pasarle a un equipo. El hacer trampa le roba la alegría a la victoria. Que dolor más grande tiene Robben hoy al saber que ganó, pero que en el proceso, perdió parte de lo más valioso que tiene como jugador. Un jugador honesto es honesto consigo mismo. Un jugador deshonesto, es deshonesto consigo mismo.
Estimados amigos Mexicanos, no se desanimen. El ganar o perder es solo la cereza al final del pastel. El verdadero pastel es la verdadera competición. El medirse contra un oponente. Hoy México debe estar orgulloso, no triste. México perdió dentro del reglamento, Países Bajos perdió fuera del reglamento. En este mundo se pone demasiado énfasis en ganar, pero recordemos que a veces es mejor perder y ser honesto con nosotros mismos, que no ganar y perder nuestro corazón.
México ganó ayer en cada corazón. Créanme, habrá otros momentos para competir nuevamente. Habrá nuevos mundiales, nuevas oportunidades y nuevos retos. Pero para el que desea ganar haciendo trampa, antes de iniciar ya ha perdido todo.